Escribí y borré cuatro veces aquel tweet. Finalmente decidí no publicarlo porque no era apropiado para mi reputación digital. Tenía ganas de compartir con el mundo una reflexión personal pero me autocensuré.
Yo, defensora del “ sé tú mism@” y “no te preocupes por lo que piensen de ti”; y del “es más importante ser que parecer”, estaba limitando la libertad de ser yo misma para no dañar mi imagen en la red. En ese momento solo fui capaz de publicar una reflexión: “Atrapada en una idea recurrente: la perversa relación entre libertad y marca personal”.
Pero esto de las redes sociales ¿ no iba de ser fresco y espontáneo, decir lo que piensas sin miedo y ser uno mismo? Esa era la gracia al principio hasta que empezamos a darnos cuenta de la posibilidad de negocio. Cada vez somos más personas conversando en las redes y con mucha probabilidad puedes tener algún cliente o posibles cliente siguiéndote en alguna red; o estás buscando trabajo y tienes que ser muy correcto y precavido. Ahora ya es imprescindible cuidar tu marca, tanto por ti mismo como persona/profesional como por tu organización/empresa si la vinculas a tu perfil.
Sabemos que tener una marca personal bien definida es importante, nos ayuda a reflexionar sobre ello Mari Carmen Martín @maricarmenmar en su post ¿Por qué es importante tener una marca personal propia?
Pero cuidado, te creas una imagen digital con la que tienes que ser consecuente, esa imagen limita tu libertad y cuanto mejor es tu posicionamiento más esclavo eres de tu personaje y menor es el margen para expresar tus opiniones ( no vaya a ser que no agraden a todo el mundo). Total que acabamos siendo clones, seguimos todos los mismos patrones de interacción en las redes, hacemos comentarios inocuos que no nos delaten, sin mojarnos demasiado. Salvo las excepciones de los rebeldes, los que adoptan el rol de Enfant Terrible, que también están trabajando su marca.
En este circo (en el buen sentido de la palabra) de las redes sociales que hemos montado, estamos obviando sus bondades y estamos cayendo en nuestras propias trampas: nuestras propias normas de actuación . Nos estamos comportando como colonos que llegan al paraíso y establecen un sistema normativo que les impide disfrutarlo. Vale, estoy exagerando pero todo llegará.
Y cuidado que tu personaje no te acabe atrapando, elígelo bien, o mejor, intenta que ese personaje sea como tú mismo, o como dice Amalio Rey en su post “Lo que somos y lo que contamos en las redes”: “Uno tiene una identidad, y debe intentar descubrirla. Suelo definir como “identidad óptima” a aquella con la que uno se siente más cómodo consigo mismo”, quizás de esa manera seamos más libres en las redes.
Gracias @Arey @Yoriento @marcapersonal @juleniturbe @javiertic por vuestras reflexiones que han iluminado este post.